Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Minnesota examinaron la influencia de la dieta en el envejecimiento y descubrieron que el aceite de oliva en la dieta mediterránea puede ser la clave para mitigar las enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
Estudios anteriores sobre la dieta sugirieron que el vino tinto contribuía de manera importante a los beneficios para la salud, debido a un compuesto llamado resveratrol, que activa ciertas vías en las células que se sabe que aumentan la vida útil y previenen enfermedades relacionadas con el envejecimiento. El estudio de la Universidad de Minnesota, publicado el 21 de febrero en Molecular Cell, sugiere que es la grasa en el aceite de oliva, otro componente de la dieta mediterránea, la que realmente activa esta vía.
Sin embargo, consumir aceite de oliva no es suficiente para obtener todos los beneficios para la salud. Los investigadores descubrieron que los efectos del consumo de aceite de oliva son más pronunciados cuando se combinan con el ayuno, la ingesta calórica limitada y el ejercicio.
"Descubrimos que la forma en que funciona esta grasa es que primero debe almacenarse en cosas microscópicas llamadas gotas de lípidos, que es cómo nuestras células almacenan grasa", dijo Doug Mashek, autor principal del estudio y profesor de la Universidad Médica de Minnesota. "Y luego, cuando la grasa se descompone durante el ejercicio o el ayuno, por ejemplo, es cuando se realizan la señalización y los efectos beneficiosos".
Un estudio de cinco países, publicado el 17 de febrero en la revista Gut, encontró que la dieta mediterránea también puede promover un envejecimiento saludable al frenar la fragilidad y el deterioro cognitivo.
Científicos de Francia, Italia, los Países Bajos, Polonia y el Reino Unido descubrieron que comer una dieta mediterránea durante un año aumentaba el tipo de bacterias intestinales relacionadas con el envejecimiento saludable al tiempo que reducía las asociadas con la inflamación nociva en los adultos mayores. Cumplir con la dieta, que es rica en frutas, verduras, nueces, legumbres, aceite de oliva y pescado y baja en carnes rojas y grasas saturadas, resultó en un aumento de las bacterias asociadas con la fragilidad reducida, como la velocidad de caminar y la fuerza de agarre de las manos. También mejoró la función cerebral y la memoria.
Los cambios se asociaron en gran medida con aumentos en la fibra dietética, vitaminas y minerales como C, B6, B9, cobre, potasio, hierro, manganeso y magnesio.
"La interacción de la dieta, el microbioma y la salud del huésped es un fenómeno complejo influenciado por varios factores", dijeron los investigadores.
Agregaron que la edad, el índice de masa corporal y los hábitos alimentarios iniciales pueden influir en el impacto de la dieta mediterránea en la fragilidad y el deterioro cognitivo.
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